En busca de la princesa azul. Maitasun lesbikoa

Andrea Momoitio kazetari gazteak artikulu hau bidali digu lesbianen artean sustatzen den maitasun ereduaren inguruan hausnarketak egiteko. Maitasuna erromantikoa ez da, ez, bakarrik heterosexualen kontua.

En busca de la princesa azul

Andrea Momoitio

“Y apareció en tu vida
la chica de tus sueños
tu princesa herida
y ella curó tu infierno
lo que tú no sabías
que aunque nacieras princesa
no querías un Romeo
esperabas a Julieta”
(Extracto de la canción “Por amor al arte” de Iván Guevara)

El amor entre lesbianas puede parecer libre, empoderador, transgresor. Me temo que nada más lejos de la realidad. Tiene el potencial, sí, pero no resulta tan diferente a las relaciones heterosexuales. Esto no sería malo si no fuera porque las relaciones heterosexuales suelen dejar mucho que desear.

Tuve una novia controladora, obsesiva y muy fría conmigo. Vivimos algún episodio que rozó la violencia y no han sido excepciones en mi vida sentimental. Supongo que a muchos y a muchas les parecerá positivo que las relaciones lésbicas sean tan parecidas a las heteros, pero a mí, como feminista, me duele saber que, tampoco entre mujeres, estoy exenta de sufrir violencia. Sí, porque aunque se nos haya negado el uso legítimo de la violencia siempre hay excepciones. Quizá aquí radique parte del problema: no se nos permite hacer uso de la violencia de la que somos portadoras porque ese rol lo tiene asumido el hombre con el que mantenemos una relación, ¿pero qué pasa entonces cuando la relación es lésbica? Una de las dos miembras de la pareja –porque estoy hablando de parejas lésbicas, sí, pero también tradicionales- se autoasigna, pero también es asignada, en ese papel. Sobre este tema creo que es muy revelador un capítulo de Modern Family. La pareja de gais de la serie reúne en una cena a los padres de ambos (las madres no aparecen) y se ve cómo los dos intentan dejar en evidencia que su hijo es el verdadero hombre de la pareja: uno de ellos se enfada porque el otro le regala a su hijo un reloj demasiado femenino, por ejemplo. En estas situaciones se nota que una cosa es aceptar que tu hijo esté con otro hombre y otra asumir que no es un hombre “como dios manda”. Me hubiese gustado poner un ejemplo de lesbianas, pero no conozco ninguno tan explícito.

Otra cosa es el mito del amor romántico, que está tan arraigado entre las mujeres heterosexuales como entre las lesbianas. Esto se agrava aún más durante la adolescendia. Las mariposas que sientes en el estómago cada vez que ves a esa chica o el rollo clandestino que suele girar en torno a las primeras relaciones lésbicas no nos favorece para crear otro tipo de modelos afectivos. Además, a lo mejor es mucho pedir: transgredir la norma heterosexual o enfrentar los obstaculos que el patriarcado coloca en el camino a las lesbianas son retos más que suficientes para nosotras.

No podemos olvidarnos de los famosos dramas que dicen que rodean a las bolleras. En la serie The L Word aluden continuamente a ello. ¿Son las lesbianas dramáticas? No tengo ninguna respuesta científica para esto, pero desde mi experiencia personal tampoco me parece que sea tan habitual, aunque tendría sentido ¿no? A las lesbianas también nos han sociabilizado como mujeres y como tales, se nos permite volvernos locas por amor, montar escenitas… Las mudanzas pocos días después de empezar una relación sí que son un clásico 😉

La película ‘Las rojas rosas’ es otro ejemplo claro de lo que estoy comentando: la típica comedia romántica, en la que triunfa el amor por encima de todo, pero protagonizada por dos lesbianas. Pues qué queréis que os diga, me enternece y me crea contradicciones. Por un lado, me encanta ver que estamos representadas en el mundo, que las jóvenes que vienen detrás tienen referentes en los que mirarse e historias bonitas que ver para ilusionarse con el amor. Por otro lado, me da pena saber que tenemos la posibilidad de crear otro tipo de imaginarios, de maneras de querer o de entender el amor. Aunque, insisto, quizá esto tampoco nos corresponda a nosotras. Mientras las élites intelectuales, casi siempre heterosexuales, decidan cómo es el amor lésbico… disfrutemos, chicas.