«Desde una hoja en blanco» #beldurbarik

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Egilea: Eva Gonzalez Arias

Kategoria: 2 (18-26 urte)

Herria: Bilbao

 

Es un miércoles cualquiera, después de una jornada intensiva en la universidad llego a casa, veo a mi madre y a mi hermana. Mientras mi madre lee un libro, me fijo que mi hermana está con una película, me hace ilusión ver que está viendo una película de Disney, haciéndome recordar que yo también lo hacía hace unos años.

Durante unos minutos me quedo absorta mirando la televisión, la historia me empapa, me llena y cada vez es más evidente que me sumerjo de lleno en ella. La película refleja como tantas otras la historia de una chica, de buena apariencia, sencilla y alegre, por supuesto su voz es como la de un ángel y su personalidad es buena y bondadosa. Hasta aquí no hay nada nuevo, no tiene nada que me llame la atención, la chica se adentra en un mundo nuevo, se mete de lleno en el mundo del amor, sin quererlo ni beberlo, un mundo de fantasía que a todos nos ha hecho soñar, y esperar príncipes azules, amores impresionantes y unas expectativas pocos reales con la sociedad actual.

Me paro a pensarlo mientras veo la película junto con ella, en que mensaje llegará a mi hermana, que a pesar de su breve edad, captará su subconsciente, el mensaje que más adelante saldrá a la luz, todo lo que ella piense y lo que los medios venden.

En la película nos venden la imagen de una bella chica que se enamora de un príncipe castigado con ser un monstruo, solo en apariencia. Ambos se van conociendo y compartiendo, mientras se van enamorando. Qué bonito dirían algunas, algo irrealista afirman otras, y yo de mientras me planteo lo siguiente: Si el mensaje que se quiere dar es que la belleza está en el interior de una persona, ¿Por qué nos venden esa imagen de la chica? ¿Por qué al final del cuento la bestia es un apuesto príncipe? Es un mensaje muy contradictorio.

Y no es el único ejemplo que se me ocurre, sobre belleza, solo en los medios, en revistas y encima revistas especializadas en belleza, en adelgazamiento, y cada vez más nos venden esa imagen, de la mujer que se supone que debemos ser.

¿Acaso tenemos que ser como nos digan los demás? ¿Qué hay de los valores de cada una? ¿De ser naturales, seguras e independientes?
Vivimos en una sociedad en constante contradicción, nos dicen que avancemos, que después de todo lo que la mujer ha logrado no debemos dejar los avances, pero lo que realmente quieren es silenciar el mensaje real que nos dan.

Estamos en una sociedad que espera de la mujer más de lo que está dispuesta a dejarla desarrollarse, hablan de igualdad y no se nota realmente esa igualdad, ¿Dónde queda reflejada?

Este año yo me propuse una meta, un objetivo prioritario y esencial en mi vida: Ser feliz con cada acto que haga, y sonreír, que nadie me haga perder la sonrisa. Con una sonrisa ganas mucho, y ayuda a enfrentarte a la vida de una manera más positiva.

Ya he sufrido suficiente, he llorado y me he agotado, quiero ser lo que yo quiera, no quiero pensar en lo que los demás esperan. Quiero ser yo. No siento miedo, no siento nada que me pueda frenar, quiero impulsarme hasta el infinito, pensar que todo lo que me propongo es posible si realmente me esfuerzo en ello. Este año he aprendido que merezco mucho más de lo que me han ofrecido hasta ahora, mi opinión es tan válida, como la de otra persona, mi forma de pensar y actuar no siempre será la más adecuada, pero no tiene por qué ser errónea.
Se acabó el caminar con la mirada perdida, buscando un punto que no sea nadie, mi mirada se dirige hacia delante, con la cabeza bien alta, sin sentirme insegura, o al menos sin mostrarlo. Esto me hace recordar un ejercicio que nos hicieron probar en clase, era el siguiente:

Poneros en círculo, en silencio, empezad a andar normal, como lo hacéis normalmente, estad así durante unos minutos; y después reflexionar sobre como os habéis sentido, no hace falta que lo hagáis en alto, basta en que lo penséis dentro de cada uno. Después de esto volved a poneros en marcha, caminar, pero esta vez imitar a las bailarinas de flamenco, levantad los brazos, y fijaos en cómo cambia la postura, la expresión. Pasados unos minutos quedaos quietos y pensad en como os habéis sentido, como lo habéis vivido, y cuál es la diferencia entre el antes y el después.

¿No lo sabéis? Es bien sencillo, en la primera ronda, muchas personas andan cabizbajas, sin sonreír o con timidez haciendo caso omiso a su alrededor. En la segunda, las personas se obligan a alzar los brazos, a bailar, lo que hace que pierdan timidez, se rían, de nervios o de alegría, pero que rían, alzan brazos y cabeza, los ojos. Denota alta autoestima y así es como deberíamos andar siempre alegres y con la cabeza bien alta, seguros y seguras de nosotros/as mismos.

He pasado tanto que me abruma, y de toda mi experiencia puedo decir que he aprendido muchísimo; sea para bien o para mal de todo se aprende. Lo que he sacado yo de mi mala experiencia, es eso justamente, aprendizaje a base de darme ostias con la vida, de equivocarme una y otra vez; he aprendido a mirar hacia delante, a ver lo positivo de lo negativo, a pensar que todo este proceso ha merecido la pena por lo que he llegado a obtener.

He ganado seguridad, el saber lo que no quiero, y que es lo que espero de mi vida, de mis relaciones y de los demás. He ganado sentirme bien a cada instante, disfrutar sin limitaciones impuestas por la sociedad, a luchar activamente por lo que quiero, por lo que según mi criterio merece la pena.

He aprendido a ser feliz, a sonreírle a la vida, a pesar de sus dificultades; he aprendido que la vida está llena de obstáculos, y que sin ellos esto no merecería la pena. Que lo divertido y difícil es lo que más me enriquece, lo que más me hace crecer, y avanzar. Sobre todo que nada ni nadie merecen verme triste, sino que les regale mi mayor sonrisa.

Siempre he querido transmitir toda mi experiencia a mi hermana, aun siendo pequeña, con tan solo 6 años, derrocha felicidad y es mi mejor medicina. Quiero que ella no sufra lo que yo sufrí, que cuando sea algo mayor, las limitaciones que encuentre, sean las que ella misma se ponga. No espero un mundo perfecto, sería demasiado aburrido, y sin sentido.

Yo quiero que haya un cambio, luchar por la igualdad, pero una igualdad real, donde todos tengamos igualdad de oportunidades sin distinción de sexo, dejar de oír palabras como sexismo o machismo, y oír el concepto de igualdad, pero con mayúsculas.

Esa igualdad que tanto se reclama, y que los medios y la propia sociedad rechaza, seremos animales de costumbres, tradiciones, y nos costará quitarlas, vencer todo estereotipo que hayamos interiorizado, quitarnos de encima los roles masculino y femenino, no poner etiquetas.

La sociedad presume mucho de los avances que ha hecho, cuando en realidad los avances son los mínimos, tapamos los temas importantes y dejamos a un lado lo verdaderamente importante.

Buscamos información objetiva en televisión, radio, y otros medios, y lo único que se puede encontrar siguen siendo opiniones subjetivas, sobre cualquier tema.

Hablan de revolución, de machismo, de sexismo, y realmente no se sabe cuál es la definición exacta. ¿Qué definen ambos conceptos? ¿Realmente conocemos lo que defendemos?

La revolución, la acción esta fuera. Vivir sin miedo supone enfrentarse a la vida, a las situaciones adversas, buscar ayuda si es necesario, y luchar siempre por nuestros principios.

Muchas son las personas que viven con miedo, a las injusticias, al fracaso, al no saber enfrentarse, miedo de la persona que aman, miedo al que dirán, a las críticas, a quedarse solo. Yo desde mi experiencia animo a todo el mundo a salir en busca de una alternativa, a luchar y ser valientes, a no dejarse pisar, sobre todo en el amor.

El amor no duele, el amor no es sufrir, no es dolor, ni espera. Es respeto, cariño, pasión, entrega. El amor es cosa de dos, o de más, ¿Quién tiene derecho legítimo a limitarlo? Lo que quiero decir con esto, es que nadie decide de quien se enamora, no eliges sentir o no, eliges tal vez la persona que quieres a tu lado, pero eso no es amor, es conveniencia.

El amor supone que las personas se entiendan, se comprendan, y respeten. Se aman y con ello conviven, se conocen e intiman.
Una vez pensé que ser feliz amando no era tarea fácil, que no es sencillo encontrar a esa persona que cubra tus necesidades, que se complemente con lo que tú eres, y que con tus defectos e ideas te respete. Pensé que no era fácil querer como yo he querido, que era imposible tanta entrega. Que por amor no hay que hacer grandes locuras ni sacrificios, no se trata de peticiones, ni reclamos.
La pareja se trata de amor, y felicidad, de comunicación y saber estar, de no ser egoísta, pero no dejar de pensar en uno mismo, sin olvidar que hay que pensar por dos.

Hasta hace poco pensaba que encontrar algo así era un sueño, un imposible, pensé que no llegaría, hasta que el amor surgió.